domingo, 25 de febrero de 2007

Ácida Ternura (selección)

te quiero, testaruda,
me gustan tus moñitos,
tus pinches y tus uñitas,
tus labios de
mermelada de frutilla,
y esa incomprensión
que te silva en las caderas.
*
rómpeme el corazón,
eternamente ciega,
tómalo hazlo una bolita
y tíralo, pero
no lo dejes ahí, mudo,
duro…
*
te persigo, te escribo,
te leo, te escondes, te
busco, te encuentro y
dejo ir para empezar
con esto de nuevo.
*
si me quisieras como
dices quererme, no me
dirías esos “no” llenos de
sí, esas palabras tan
tiernamente inclinadas
a decirme lo contrario.
*
escabúllete,
silenciosa,
juega a la pérdida
o al rechazo; yo a
la búsqueda o el encuentro.
*
quererte me hace daño,
me alborota los ojos,
me trae sangre al cuerpo.
Me tiene, a mi pesar, vivo.
*

miércoles, 21 de febrero de 2007

In memoriam

A la memoria de Gonzalo Millán

Deben ser como las cuatro de la tarde, estoy parado frente a mi ventana

Mirando por entre medio del cristal –no es un día triste-

Y me acuerdo al mirar mi escritorio y ver allí un libro de Lira de aquel

Poema de Bertoni que habla de la muerte del poeta; en ese poema donde cuenta

Que salió y supo que había muerto Teillier; y que al volver a casa

tuvo que hacer un millar de cosas: comprar unos huevos, visitar a su hermana

y que también se acordó de Lira;

y no me acuerdo de esto al azar, me acordé porque no sé

cómo supe que había muerto hace dos o tres semanas Gonzalo Millán

y al igual que Teillier no salió ni en la radio ni en las noticias

ni en parte alguna (debe haber salido –por algo lo supe- pero yo no tuve idea

a través de la prensa).

Justamente (el azar que cabe en todas las cosas) leyendo el “Artes y letras” en la revista

Del libro del “mercurio” salía una entrevista a Manuel Silva Acevedo,

En esa entrevista contaba acerca de Gonzalo Millán

-justamente el azar- contaba acerca de que Millán otorgó su vida

-tal como Teillier y como Lihn- a la poesía y que, como un monje,

se encerró y en vez rezos se dedicó a escribir: con oficio

(disciplina militar), dejó de lado su vida, su carne, sus huesos, sus ojos,

y un fulminante cáncer se lo llevó seis metros bajo tierra.

También me acuerdo porque encima de mi escritorio tengo un libro de Manuel Silva

/Acevedo,

de allí siempre se me viene a la mente ese poema que dice:

toda forma carnal es dolor,

es una llaga en el costado

deben ser como las tres y media (o cuatro) de la tarde,

y estoy echado en mi cama, con la guata sudada y la cabeza alborotada

-hablando huevadas- mirando a mi alrededor como un ser –un bicho-

que no sabe donde se encuentra, que nada le pertenece, y que sin embargo,

a fuerza de empujones, de empellones, de patadas en el traste

tiene que asomarse y reír y moverse y comer y defecar y orinar

y pensándolo bien hace un rato tenía ganas de cagar, y tenía ganas de escribir,

y preferí cagar antes de escribir, y pienso si es que Millán hubiese cagado o escrito

primero, porque cagar es una necesidad, pero escribir también es una necesidad;

aunque cualquiera de las dos sería una buena opción –cagar o escribir. Si ambas son la

/misma cosa:

cagarse.