martes, 31 de julio de 2007

No a veces pienso

No a veces pienso

No a veces pienso. Siento

La voz es carcajada siempre. Siempre me río. Río.

Cuando tenía 5

Años mi papá me hizo cruzar un río, para

Aprender a nadar. Yo me hundía

Cuando abría los ojos no siempre veía el cielo

Todo turbio cuando los ojos abría debajo del agua del río.

Pero no siempre no a veces pienso. Digo.

Boca abrimos la boca. De nuestra boca

Se asoma la lengua. A veces tiene baba:

Caminaba por un bosque de aromo, lleno de ramas

El suelo es más blando juraba a pies hundidos pocamente

En el humus de aromo, de todas

Sus ramas, alambres de púas

(porque ya existía la propiedad privada).

Mi hermano siempre andaba en bicicleta.

Tenía como 11 años. Y se cayó, en los alambres de púas.

Se le enrredó en la cadena. Y se cayó.

Aquí quedó la bicicleta. A veces yo la miro, ahora.

Yo encuentro que no ha cambiado mucho,

Casi nada. Como a las 5 la miro,

Prendo un cigarro. Y la miro. Tiene una hilacha

Amarilla. Creo que no es de mi hermano. Fumo.

Pongo el poto en el humus, de aromo, de sus ramas,

amarillas. Aunque sí para qué no a veces pienso.

Nado bicicleta ramas, amarillas. Debajo del agua del río

Andaba en bicicleta lleno de ramas en el humus de aromo

No siempre veía el cielo me hizo cruzar un río.

Y se cayó lleno de ramas. Cuando quizá gracias a veces no pienso.

Como a las 7 siempre miraba el sol,

De frente, un buen día me di cuenta

Que cada vez que lo miraba, cuando lo miraba

Me quemaba los ojos.

jueves, 26 de julio de 2007

Ejercicio etario


Los ancianos saben mejor que nosotros
Que Agosto es un mes difícil,
Saben ellos que la noche es algo más larga,
Más inconmensurablemente larga de lo que ya es;
Amanecer es tan fortuito como no hacerlo,
La proyección de nuestras vidas no supera a una
Imagen vaga de un “Yo tomando el té a la
Orilla de un vidrio empañado”.
Los ancianos comprenden la vanidad que significa
Un esfuerzo innecesario como tratar de comprender;
Es más sencillamente obvio sentarse con las piernas
Juntas, mirando por algo así como una
ventana.

sábado, 21 de julio de 2007


A propósito de un muerto


Mi madre me llamó
y me dijo que mi vecina
estaba muerta. Haz un acto
de presencia –me dijo.
Yo le dije que no, que no
iba a ninguna parte, que
nada hay más nefasto
que dar y recibir esas
condolencias torpes. Colgué
me recosté en mi cama y pensé:
ojalá esté muerta bien muerta.
Muerta y sola, como todos los muertos.
Y ojalá tranquila”.

lunes, 16 de julio de 2007

Sueño del árbol y la vida en un espejo

Para Nataly Zamorano

El reloj marca las 7:58 PM y él se sienta al borde de un árbol cualquiera sin saber porqué. Lo mira en panorámica vertical; es un enorme castaño, debe sobrepasar los 20 o 30 metros y piensa en lo increíblemente profundas que deben ser sus raíces, “deben ser los árboles que se asoman en China”, piensa.

Y qué increíble le pareció un insecto cualquiera, una hormiga por ejemplo. Escalar un enorme pilar que debe ser miles de millones de veces su propia altura; escalar, sobrepasar rugosidades, enfrentar enemigos terribles, observar el mundo entero (para la hormiga lo sería) desde aquel pilar seguramente existente desde la eternidad y enfrentarse ante lo soberbio de un cielo angustiosamente azul.

¿Cuánto viviría una hormiga? Acaso una semana, tres días, un solo y largísimo día. O tan solo un par de horas. Supuso lo último, parecía increíble: toda una vida en subir aquella construcción, y sin saber porqué. Guiada tal como los sonámbulos por un ciego e imantado instinto, propio o externo; sólo subía, se detenía raramente, seguía subiendo, de pronto se sentaba en una hoja, miraba el suelo lejanísimo, veía en lo alto una gota de rocío, amenazante, pero obvia ¿ y si se encontrase con un rastro de savia? aquella sustancia pegajosa, entorpecedora…¡y qué sentimiento aquel cuando se acercaba ya a la punta más alta!, cuando todo lo antes recorrido se alistaba ante los ojos en el pliegue leve de una última hoja: a un mismo tiempo desfilaban múltiples todas las cosas, todas, en una sola y gran imagen…el reloj marcaba entonces las 8 de la tarde.

jueves, 12 de julio de 2007

Cuando estuve en guerra*

Yo estaba en guerra
Con el mundo, ese es
El asunto, me paseaba
con una arruga en la
frente, pero el mundo no
tenía la culpa; ahora
escribo este poema con un
lápiz amarillo y en
la tapa de una carpeta.



*escrito en una banca en una plaza en el centro de Santiago

domingo, 1 de julio de 2007

Distancia Alguna


Uno nunca está en las cosas, es imposible cualquier
Tipo de acercamiento o aproximación hacia ellas
Más que por la distancia inconmensurable
De los ojos;
Se sitúan ellos
- los ojos- en el borde de nosotros
proyectando siempre una imagen
de lo que no nos pertenece, presenciando
la vida (sus cosas) como en un show de voyeur
al otro lado del vidrio del televisor,
siempre como espectadores, extranjeros
/ante una tarjeta postal.

La distancia que existe entre nosotros
Y las cosas es una ficción. Tal como llegar a la cumbre
Más alta y no tocar el cielo,
Nunca llega haber distancia alguna
Porque nunca llega a haber nada de nada.