viernes, 12 de enero de 2007

Amanecer en nada



la próxima vez que llore
voy a llorar pero no como se llora
comúnmente, lloraré en torrente extenuante
lloraré lentas lagrimas ocre, caudalosa
arena púrpura hasta la sequedad de los tímpanos
hasta que se gasten los ojos, hasta que me brote una risa
burlona de la boca, hasta lo exasperante
vidrio molido, baba idiota, hasta que me crezca
una enredadera en el ombligo, hasta que todo
se vuelva blanco o profundamente negro
hasta que languidezcan las propiedades hasta que todo
sea una sola masa única y explosiva como
nuestra sangre, llorar pero fundar un nuevo llanto
no propiamente territorio de la tristeza vieja melancolía
o la nostalgia que produce la quietud de las cosas,
no de la alegría , o de la felicidad viejo sofismo falacia
exagerada de la dicha; un nuevo llanto celeste transparente
que inunde, germine las plantas, nos humedezca los talones,
que infle los ojos, que deje exhaustos.
cuando llore nuevamente lloraré púrpura materia
primera, sustancia que se eleve por sobre la cabeza que se disperse como el chorro velocísimo que brotó de tu
pezón sagrado, hasta que sólo quede un sólo asomo de tierra
para que tu y yo con la mirada limpia, con los músculos
tendidos nos miremos sin la necesidad de explicarnos
ni decirnos nada.

1 comentario:

Unknown dijo...

Me emociona, socava dentro de mi. No se equivocan al decir que el poeta es el maestro de las emociones y en lo personal que bella forma de de explicar el "Ying-yang", aunque me atrevería decir que lo supera, puesto que el anterior es una mezcla equilibrada de ambos, por el contrario, este poema expone que a través de descontroladas cantidades de dolor alcanzaremos un pequeño, un infimo trozo no de felicidad, sino de paz.